Todo, Lucilio, es ajeno a nosotros; sólo el tiempo es nuestro. La naturaleza nos ha puesto en posesión de esa única cosa fugaz y escurridiza, y nos la quita quien quiere. Y es que la estupidez de los mortales llega a tanto que, al obtener lo más ínfimo y de menos valor, lo que sin duda se puede reemplazar, admiten que les sea cargado en su cuenta, mientras que nadie cree que deba nada al tomar el tiempo de otro, cuando eso es lo único que, aun queriendo, no se puede devolver. <*> [1.3] <*> ~~ <*> Como creían nuestros antepasados, "tardío ahorro es el del poso": pues en el fondo del vaso no queda sólo la parte más pequeña, sino también la peor. <*> [1.5] <*> ~~ <*> No está en ningún sitio quien está en todas partes. Es lo que les ocurre a los que se pasan la vida de un lado para otro: tienen muchos anfitriones pero ningún amigo. Lo mismo tiene que pasarles, por fuerza, a los que no se aplican asiduamente a un solo escritor de primer orden, sino que pasan por todos de corrido y con prisas. No aprovecha ni se asienta en el cuerpo el alimento que se devuelve apenas ingerido; nada es tan nocivo para la salud como el cambio constante de remedios; no cicatriza la herida en la que se van probando distintos medicamentos; no se restablece la planta que se trasplanta con frecuencia; nada es lo bastante útil como para que sea de provecho sólo de paso. El exceso de libros distrae: así, si no puedes leer todos los que tienes, basta con que tengas los que puedas leer. <*> [2.2-4] <*> ~~ <*> ¿Qué importa cuánto tenga uno en sus arcas cuánto en sus almacenes, cuánto ganado críe o qué intereses gane, si está pendiente de lo ajeno, si no lleva las cuentas de lo que ha adquirido sino de lo que piensa adquirir? ¿Quieres saber cuál es la medida de las riquezas? Primero tener lo necesario, y luego lo suficiente. <*> [2.6] <*> ~~ <*> Medita largamente si tienes que admitir a alguien en tu circulo de amistades. Cuando te hayas complacido en hacerlo, acéptalo de todo corazón: háblale con tanto atrevimiento como a ti mismo. Por tu parte, vive de forma que no te confíes nada que no puedas confiar incluso a tu enemigo; pero, ya que ocurren cosas que la costumbre convierte en secretos, comparte con el amigo todas tus preocupaciones, todos tus pensamientos. Si le crees fiel, lo harás fiel: porque algunos enseñan a defraudar con su temor a ser defraudados y hacen legítima la traición con sus sospechas. <*> [3.2-3] <*> ~~ <*> Las cosas que sólo hay que confiar a los amigos, algunos las explican al primero que encuentran y descargan en cualquier oído lo que les agobia; otros, en cambio, recelan de la confianza incluso de los más íntimos y, si pueden, lo guardan en su interior como un secreto, ya que no confían ni siquiera en si mismos. Ambas actitudes son defectos, tanto el abrirse a todos como el no abrirse a nadie, pero yo diría que el primer defecto es más honesto y el segundo más seguro. <*> Del mismo modo tienes que desaprobar a los que siempre están atareados lo mismo que a los que siempre están de brazos cruzados. Puesto que la actividad que se complace en el barullo no es actividad, sino vaivén de una mente agitada; y el considerar molesta toda acción no es tranquilidad, sino abandono y pereza. <*> [3.4-5] <*> ~~ <*> Quien entre en nuestra casa, que nos admire a nosotros antes que el mobiliario. Grande es quien usa la vajilla de barro como si fuera de plata, y no es menor quien usa la de plata como si fuera de barro. Es propio de espíritus débiles el no saber sobrellevar la riqueza. <*> [5.6] <*> ~~ <*> Por más exquisito y saludable que sea, ningún conocimiento me complacerá mientras sea yo el único que lo sepa. Si la sabiduría se diera a condición de tenerla encerrada y de no comunicarla, yo la rechazaría: sin alguien con quien compartirla, no resulta agradable la posesión de bien alguno. <*> [6.4] <*> ~~ <*> Te diré lo que hoy me ha complacido leer en Hecatón. Dice: "¿Me preguntas qué progresos he hecho? He empezado a ser amigo de mí mismo". Mucho ha progresado: nunca más estará solo. Puedes estar seguro de que este hombre es amigo de todos. <*> [6.7] <*> ~~ <*> "El sabio se basta a sí mismo". Esto, Lucilio, muchos lo interpretan torcidamente: echan al sabio de todas partes y lo encierran dentro de su piel. Pero hay que aclarar qué afirma esta frase y hasta qué punto: el sabio se basta a sí mismo para vivir feliz, no para vivir. Para eso otro necesita muchas cosas, pero para lo primero sólo un alma sana, elevada y desdeñosa de la fortuna. <*> [9.13] <*> ~~ <*> Cuentan que Crates, discípulo de aquel Estilbón de quien te hablaba en la carta anterior, al ver a un adolescente que caminaba aislado, le preguntó qué hacía solo. "Hablo conmigo", respondió. A lo que Crates repuso: "Ten cuidado, te lo advierto, estáte atento: hablas con una mala persona". <*> [10.1] <*> ~~ <*> No puede acudir con muchos ánimos a la competición aquel atleta que nunca ha recibido magulladuras. Aquel que ha visto el chorro de su propia sangre y el crujido de sus dientes bajo el puño, aquel que, zancadilleado, ha soportado toda la corpulencia del adversario y ha sido abatido sin que se abatiera su ánimo, aquel que cada vez que ha caído se ha levantado con más tesón, ése entra en el combate lleno de confianza, <*> [13.2] <*> ~~ <*> Reconozco que sentimos un cariño innato por nuestro cuerpo; reconozco que nos ha sido encomendada su tutela. No digo que no debamos tratarlo bien, pero digo que no tenemos que estar a su servicio. Porque estará al servicio de muchas cosas quien esté al servicio del cuerpo, quien esté dispuesto a cualquier exceso por él, quien lo ponga todo en relación a él. Debemos comportarnos no como si debiéramos vivir por y para el cuerpo, sino como si no pudiéramos vivir sin un cuerpo: un amor excesivo hacia él nos llena de temores, nos abruma con preocupaciones y nos expone a ultrajes. <*> [14.1-2] <*> ~~ <*> Sé que tienes muy claro, Lucilio, que nadie puede vivir feliz, ni tan siquiera tolerablemente, sin el afán de la sabiduría, y que la vida feliz se consigue mediante la perfecta sabiduría, y la vida tolerable mediante la sabiduría incipiente. Pero esto que está tan claro, hay que hacerlo firme y fijarlo más profundamente pensando en ello cada día: da más trabajo mantener los propósitos que proponerse lo más noble. Hay que perseverar y robustecerse en el trabajo constante, hasta que se convierta en buena conciencia lo que es buena voluntad. <*> [16.1] <*> ~~ <*> Es mucho más valeroso, ante las borracheras y los vómitos de la gente, no probar la bebida ni la comida, pero es más mesurado ni excluirse ni hacerse notar ni mezclarse con todos sino hacer las mismas cosas, aunque no del mismo modo. Porque se puede celebrar una fiesta sin caer en el desenfreno. <*> [18.4] <*> ~~ <*> El mayor deber de la sabiduría, y su mejor indicio, es éste: que los hechos concuerden con las palabras, que uno sea siempre el par e igual de sí mismo. <*> [20.2] <*> ~~ <*> El vientre no atiende a recomendaciones: reclama, exige. Pero no es un acreedor enojoso: lo acallas con poco, si le das sólo lo que debes, no cuanto puedes darle. <*> [21.11] <*> ~~ <*> Ante todo, debes acordarte de quitar confusión a las cosas y ver qué hay en cada cosa: comprenderás que no hay en ellas nada terrible, salvo el mismo temor. Lo que ves que les pasa a los niños, también nos ocurre a nosotros, niños crecidos: si ven disfrazados a aquellos a los que aman, aquellos a los que están acostumbrados y con los que juegan, se asustan. No sólo a los hombres, sino también a las cosas, hay que arrancarles el disfraz y devolverles su verdadero aspecto. <*> [24.12-3] <*> ~~ <*> La sensatez no se toma prestada ni se compra; y creo que, si estuviera en venta, no tendría comprador. La insensatez, sin embargo, se compra cada día. <*> [27.8] <*> ~~ <*> ¿Crees que sólo te ha ocurrido a ti, y te sorprende como si fuera una novedad, que en un viaje tan largo y en tal variedad de lugares no hayas disipado de tu mente la tristeza y la pesadumbre? De ánimo debes cambiar, no de cielo. Aunque atravieses el ancho mar, y como dice nuestro Virgilio "tierras y ciudades retrocedan", tus defectos te siguen dondequiera que vayas. <*> [28.1] <*> ~~ <*> Importa menos dónde vas que con qué disposición vas; por eso no debemos consagrar el alma a un solo lugar. Hay que vivir con esta convicción: "No nací en un único rincón, mi patria es el mundo entero". <*> Si tuvieras esto claro, no te sorprendería que de nada te sirva la variedad de parajes, a los que acudes en cuanto te cansas de los anteriores: también éstos habrían sido de tu agrado, si los consideraras todos tuyos. Ahora no viajas, más bien andas errante y te dejas llevar y vas de lugar en lugar, cuando lo que buscas, el buen vivir, se encuentra en todas partes. <*> [28.4-5] <*> ~~ <*> ¿Cómo puede complacer al pueblo quien se complace en la virtud? La popularidad se persigue con malas artes. Tienes que hacerte semejante a ellos: no te darán su aprobación si no te reconocen. <*> Viene mucho más al caso lo que piensas tú de ti mismo que lo que piensen los demás: la admiración de los indecentes no se puede alcanzar más que por razones indecentes. <*> <*> [29.11] <*> ~~ <*> Si te viera celebrado por las aclamaciones del pueblo, si al entrar tú estallaran los jaleos y aplausos que son distinción de los actores, si por toda la ciudad te elogiaran mujeres y niños, ¿cómo no habría yo de compadecerte, sabiendo cuál es el camino que lleva a tal popularidad? <*> [29.12] <*> ~~ <*> ¿Para qué sirven las plegarias? Sé feliz por ti mismo. Lo conseguirás sin duda si comprendes que está bien todo lo que entraña una virtud, y que no lo está todo lo que lleva consigo algo malo. Del mismo modo que sin la colaboración de la luz nada es brillante y nada es negro si no presenta tinieblas o contiene algo oscuro, del mismo modo que sin contribución del fuego nada está caliente y nada está frío sin el aire, así la honestidad y la deshonestidad resultan de la compañía de la virtud y la maldad. <*> Entonces, ¿qué es lo que está bien? El conocimiento de las cosas. ¿Y qué es lo que está mal? La ignorancia de las cosas. Quien es sensato y competente rechaza o elige algo según las circunstancias, pero no teme lo que rechaza ni admira lo que elige si su espíritu es grande e incorruptible. <*> No te des por vencido, no te deprimas: te lo prohíbo. Que no rehúses la tarea no es bastante: tienes que buscarla. <*> [31.5-6] <*> ~~ <*> Una cosa es recordar y otra saber. Recordar es guardar una cosa bajo la custodia de la memoria; por el contrario, saber es apropiarse de algo y no estar pendiente del modelo ni volverse constantemente para mirar al maestro: "Zenón dijo esto, Cleantes lo otro". Que algo medie entre tú y el libro: ¿hasta cuándo aprenderás? Empieza ya a enseñar. <*> [33.8-9] <*> ~~ <*> Quien sigue a otro no descubre nada; menos aún: ni siquiera lo intenta. "¿Pues cómo? ¿No debo seguir los pasos de mis predecesores?". Por supuesto, yo voy a recorrer el camino trillado, pero si descubro otro más adecuado y más llano, lo abriré. Los que trillaron este camino antes que nosotros no son nuestros dueños sino nuestros guías. La verdad es accesible a todos, no está cerrada. Buena parte de ella queda para los venideros. <*> [33.10-11] <*> ~~ <*> Quien es amigo, ama. Quien ama, no es necesariamente amigo. Por consiguiente, la amistad siempre es provechosa, mientras que el amor a veces perjudica. <*> [35.1] <*> ~~ <*> La estupidez es pobre, abyecta, sórdida, servil, está sujeta a muchas y a las más crueles pasiones, Estos tiranos tan abrumadores, que a veces ejercen su poder por turnos y a veces de consuno, los alejará de ti la sabiduría, que es la única libertad. Un solo camino lleva hacia ella, y es un camino recto: no te descarriarás. Anda con paso firme: si quieres someterlo todo, sométete a la razón. Gobernarás a muchos, si la razón te gobierna: de ella aprenderás qué es lo que debes emprender y de qué forma: no te darás de bruces con las cosas. No podrás decirme de nadie que sepa cómo empezó a querer lo que quiere: no fue conducido por la deliberación, sino empujado por un impulso. La fortuna tropieza con nosotros con la misma frecuencia que nosotros con ella. Es vergonzoso no haber ido, sino haber sido llevado, y de pronto, en medio del torbellino de las cosas, preguntar con estupor: "Y yo, ¿cómo he llegado hasta aquí?". <*> [37.4-5] <*> ~~ <*> Es propio de un espíritu grande despreciar lo grande y preferir lo mediano a lo excesivo. Porque lo mediano es útil y digno de ser vivido, mientras que lo excesivo perjudica a lo que resulta rebasado. Así, demasiada abundancia dobla las espigas; así, se rompen las ramas bajo el peso; así, no llega a madurar la fecundidad desmedida. Lo mismo sucede también con los espíritus que revientan por una prosperidad excesiva, con la que no sólo causan perjuicio a los demás, sino a ellos mismos. <*> [39.4] <*> ~~ <*> El colmo de la desdicha reside no sólo en complacerse en lo vergonzoso, sino en resolverse a ello; y deja de haber remedio cuando se llega a aquel punto en que lo que eran vicios son ya costumbres. <*> [39.6] <*> ~~ <*> Nadie debe vanagloriarse más que de lo que es suyo. Alabemos la vid, si el fruto colma los sarmientos, si con su peso tira al suelo los rodrigones que los sostienen: ¿quién preferiría otra vid de la que colgaran racimos y pámpanos de oro? La virtud propia de la vid es la fertilidad: también en el hombre hay que alabar lo que es suyo. <*> Uno tiene una bella servidumbre, una casa hermosa, siembra mucho, cobra muchos réditos: nada de todo esto está en él, sino a su alrededor. Alaba en él lo que no puede ser sustraído ni dado, lo que es propio de los hombres. <*> ¿Me preguntas qué es? El ánimo, y, en el animo, la razón cumplida. Porque el hombre es un animal racional: por consiguiente, su bien llega a la perfección si cumple con aquello para lo que nació. <*> ¿Qué es entonces lo que esta razón le exige? Una cosa facilísima: vivir de acuerdo con su naturaleza. Pero eso se hace difícil en la locura común: nos arrastramos al vicio unos a otros. <*> [41.7-9] <*> ~~ <*> Aquello que tratamos de obtener, aquello por lo que luchamos con gran esfuerzo, debemos considerar que o bien no presenta ventaja alguna o bien presenta mayor desventaja: se trata de cosas superfluas o de cosas que no merecen la pena. Pero no lo analizamos, y nos parecen gratuitas cosas que nos salen carísimas. <*> Lo que pone de manifiesto nuestra estupidez es que sólo creemos comprar aquello que nos cuesta dinero, mientras que llamamos gratuito a aquello en que nos empleamos a nosotros mismos. Algo que renunciaríamos a comprar si tuviéramos que dar a cambio nuestra casa o alguna finca tranquila y muy fructífera, estamos enteramente dispuestos a conseguirlo con angustia, con peligro, con pérdida de reputación, libertad y tiempo: en verdad, nada tiene menos valor para nadie que uno mismo. <*> En cualquier proyecto o cualquier cosa, hagamos, pues, lo que solemos hacer cada vez que nos acercamos a un vendedor de alguna mercancía: mirar a qué precio se vende lo que deseamos. Muchas veces lo más caro es aquello por lo que no se paga nada. Puedo enseñarte muchas cosas que, una vez adquiridas y en nuestro poder, coartan nuestra libertad. Nos poseeríamos a nosotros mismos si no poseyéramos aquellas cosas. <*> [42.6-8] <*> ~~ <*> Observa en detalle las posesiones que nos traen por el camino de la locura, aquellas a las que renunciamos con más lágrimas. Te darás cuenta de que no es su pérdida lo que nos aflige, sino la idea de perderlas. Nadie siente su falta: sólo cree sentirla. Quien se posee a sí mismo, nada pierde. Pero ¿a cuántos les es dado poseerse? <*> [42.10] <*> ~~ <*> Considérate feliz cuando puedas vivir a la vista de todos, cuando te cobijen, y no te escondan, esos muros que generalmente consideramos que nos rodean no para vivir más seguros, sino para pecar más ocultamente. <*> Te diré una cosa por la que podrás juzgar nuestras costumbres: apenas encontrarás a alguien que pueda vivir con las puertas abiertas. Es nuestra conciencia, y no nuestra arrogancia, la que ha establecido porteros: vivimos de tal modo que ser cogidos en falta es ser vistos de improviso. <*> Pero ¿de qué sirve ocultarse y evitar los ojos y los oídos de los hombres? La buena conciencia convoca multitudes, mientras que la mala conciencia incluso en la soledad está ansiosa y preocupada. Si lo que haces es honesto, que lo sepan todos; si es deshonesto, ¿qué importa que no lo sepa nadie cuando lo sabes tú? <*> [43.3-5] <*> ~~ <*> ¿En qué fallan los hombres, si todos desean una vida feliz? En que confunden con ella los medios para alcanzarla y, buscándola, la rehuyen. Pues, siendo la culminación de la vida feliz una sólida seguridad y una inquebrantable confianza en ella, acumulan motivos de inquietud y por el traicionero camino de la vida no sólo cargan con fardos, sino que los arrastran. Así, se alejan cada vez más del fin que persiguen, y cuanto más esfuerzo ponen, más se entorpecen a sí mismos y retroceden. Es lo que les ocurre a los apresurados en un laberinto: su misma velocidad les resulta un estorbo. <*> [44.7] <*> ~~ <*> Del mismo modo que es estúpido quien va a comprar un caballo y no examina el animal sino la silla y las bridas, llega al colmo de la estupidez quien valora al hombre por su vestido o por su condición social, esa que nos envuelve a guisa de vestido. <*> [47.16] <*> ~~ <*> Lo que vivimos es un punto, incluso menos que un punto. Pero eso tan pequeño, la naturaleza lo ha ridiculizado dándole algo así como una apariencia de espacio harto generoso: de un trozo ha hecho la infancia; de otro, la mocedad; de otro, la juventud; de otro, una cierta pendiente de la juventud hacia la vejez; de otro, la vejez misma. En algo reducido, ¡cuántos escalones ha puesto! <*> [49.3-4] <*> ~~ <*> No hay nada que no alcancen a vencer la perseverancia en el empeño y el celo esmerado y cuidadoso. <*> [50.6] <*> ~~ <*> A nadie le nace la buena conciencia antes que la mala. Todos hemos sido tomados de antemano: aprender las virtudes es desaprender los defectos. <*> [50-7] <*> ~~ <*> La libertad es un objetivo; con miras a tal premio se trabaja. ¿Quieres saber qué es la libertad? No estar al servicio de nada, de ninguna necesidad, de ningún azar; reconducir la suerte al terreno de lo justo. <*> [51.9] <*> ~~ <*> Un leve achaque se pasa por alto, pero, cuando ha crecido y ha ardido en verdadera fiebre, arranca una confesión incluso al más duro y sufrido. Nos duelen los pies, sentimos pequeñas punzadas en las articulaciones: todavía disimulamos y decimos que nos hemos torcido el tobillo o que tenemos agujetas por algún ejercicio. A la enfermedad incierta e incipiente se le busca un nombre; pero, en cuanto empieza a hinchar los talones y a deformar ambos pies, hay que reconocer que se trata de gota. <*> Sucede lo contrario con las enfermedades que afligen el alma: en estas, quien peor se encuentra menos lo siente. No hay razón para que te sorprendas, querido Lucilio. Pues quien tiene el sueño ligero y percibe imágenes al poco rato de echarse, a veces, dormido, se da cuenta de que duerme; mientras que un sueño profundo apaga incluso los sueños y sumerge el alma tan profundamente que no tiene noción alguna de sí misma. <*> ¿Por qué nadie confiesa sus defectos? Porque todavía se encuentra metido en ellos: contar los sueños corresponde a quienes están despiertos, y reconocer los propios defectos es señal de salud del alma. Despabilémonos, pues, para poner en evidencia nuestros errores. <*> Pero sólo la filosofía nos despertará, es la única que sacudirá nuestro profundo sueño: conságrate a ella por entero. Eres digno de ella, ella es digna de ti: corred a abrazaros el uno a la otra. Resístete a todo lo demás, firmemente, abiertamente: no vayas a dedicarte a la filosofía de forma transitoria. <*> [53.6-8] <*> ~~ <*> En pleno ataque de asma, no he dejado de hallar alivio en reflexiones alegres y fortalecedoras, "¿Cómo es eso?", me decía; "¿la muerte me pone a prueba con tanta frecuencia? Pues que lo haga: también yo la he probado largo tiempo". ¿Me preguntas cuándo? Antes de nacer. La muerte es no ser. Esto ya sé en qué consiste: después de mí habrá lo mismo que antes de mí. Si en ello hay algún sufrimiento, por fuerza lo habría habido también antes de que viéramos la luz; y entonces no sentíamos tormento alguno. <*> A ver, ¿no tendrías tú por rematadamente estúpido a quien creyera que una lámpara está peor una vez apagada que antes de encenderse? También nosotros nos apagamos y nos encendemos: algo padecemos en el ínterin, pero a ambos cabos la serenidad es profunda. <*> [54.3-5] <*> ~~ <*> Puedes estar en compañía de los amigos ausentes todas las veces que quieras, todo el rato que quieras: cuando más disfrutamos de este placer, que es el mayor que existe, es cuando estamos ausentes. Porque la presencia nos hace susceptibles, ya que cuando hemos estado juntos charlando, paseando, demorándonos, al separarnos no pensamos más en aquellos con quienes nos hemos visto. <*> Por eso debemos soportar la ausencia con el corazón en paz, ya que ni para los presentes nadie deja de estar ausente muchas veces. Toma en consideración, primero, las noches, que se pasan por separado; luego, las ocupaciones distintas de uno y otro. luego, las aficiones solitarias, y las salidas fuera de la ciudad: verás que residir a gran distancia no nos priva de mucho. <*> Al amigo hay que poseerlo de corazón: el corazón, en efecto, nunca está ausente, y a quien quiere lo ve cada día. <*> [55.9-11] <*> ~~ <*> Todas las cosas de la noche en paz estaban, todas dispuestas se encontraban al reposo. <*> Mentira: no hay más reposo en paz que aquel que dispone la razón. La noche suscita inquietud, no la suprime; si acaso, cambia las preocupaciones. Porque incluso para los que duermen los desvelos son tan agitados como durante el día: la verdadera tranquilidad es aquella en la que se desenvuelve la buena conciencia. <*> [56.6] <*> ~~ <*> Ninguno de nosotros es en la vejez el mismo que fue de joven; ninguno de nosotros es al día siguiente el mismo que el día anterior. Nuestros cuerpos son llevados al modo de los ríos. Cuanto ves corre con el tiempo, nada de lo que vemos permanece: yo mismo, mientras digo que las cosas cambian, he cambiado. Es lo que dice Heráclito: "Nos metemos dos veces en el mismo río y no nos metemos dos veces en él". Porque el nombre del río sigue siendo el mismo, pero el agua ya ha pasado. <*> Esto es más evidente en el río que en el hombre, pero no es menos veloz la corriente que nos lleva a nosotros. Precisamente por esto me sorprende nuestra locura, eso de querer tanto el cuerpo, una cosa tan y tan pasajera, y eso de temer que alguna vez nos moriremos, cuando cada momento es la muerte de la anterior condición. ¡Haz el favor de dejar de temer que te ocurra de una vez por todas lo que te ocurre cada día! <*> [58.22-3] <*> ~~ <*> El toro se satisface con el pasto de poquísimas yugadas; una sola selva basta a muchos elefantes: el hombre se alimenta del mar y la tierra. ¿Qué, entonces? ¿Tan insaciables son las tripas que nos dio la naturaleza, aunque tan pequeños nos diera los cuerpos, que venceremos en avidez a los animales más grandes y más voraces? En absoluto: ¡cuán pequeño es, en verdad, lo que se da a la naturaleza! Con poco se acalla: no es el hambre de nuestro vientre lo que nos sale caro, sino la vanidad. Así pues, aquellos a los que Salustio llama "esclavos del vientre", contémoslos en el número de los animales, no de los hombres, y a algunos ni tan siquiera entre los animales, sino entre los muertos. <*> Quien vive es quien es útil a muchos, quien vive es quien es útil a sí mismo; en cuanto a aquellos que se esconden y engordan, están en su casa como en un sepulcro. En su mismo umbral puedes poner esta inscripción en mármol: "Se adelantaron a su propia muerte". <*> [60.2-4] <*> ~~ <*> Esfuérzate para no hacer nada a tu pesar: lo que resultará obligado para quien lo haga de mala gana, no es una obligación para quien lo hace de buena gana. Es como te lo digo: quien recibe con gusto los mandatos, elude la parte más amarga de la servidumbre, hacer lo que no se quiere hacer. No es desgraciado quien hace algo cumpliendo una orden sino quien lo hace a su pesar. <*> [61.3] <*> ~~ <*> Cualquiera puede menospreciarlo todo, nadie puede tenerlo todo: el más corto camino a la riqueza pasa por el menosprecio de la riqueza. <*> [62.3] <*> ~~ <*> ¿Soportarías tú a los que tratan a sus amigos con el mayor descuido y los lloran con el mayor desespero, a los que no quieren a nadie hasta que lo han perdido? En verdad, entonces se deshacen en llantos porque temen que se ponga en duda si los querían: tratan de dar tardías pruebas de su afecto. <*> [63.9] <*> ~~ <*> De una cabaña puede salir un gran hombre, y de un cuerpecillo deforme y flacucho puede salir un alma grande y hermosa. Ciertas almas, creo yo que la naturaleza las engendra en tales cuerpos para dar testimonio de que la virtud puede nacer en cualquier lugar. Si pudiera generar almas por sí mismas, almas desnudas, lo haría; ahora hace incluso algo más: genera algunas que están impedidas en sus cuerpos, pero que son capaces de romper esas barreras. <*> [66.3] <*> ~~ <*> Todas aquellas cosas en las que el azar ejerce su poder son esclavas, tanto el dinero como el cuerpo y los honores: son inestables, huidizas, mortales, de posesión insegura. <*> Son libres e invencibles, en cambio, las cosas que son obra de la virtud, las cuales no deben resultar más deseables por ser tratadas con benevolencia por la suerte, ni menos deseables porque las apremie cualquier circunstancia adversa. <*> [66.23] <*> ~~ <*> Ulises se apresura hacia su pedregosa Itaca del mismo modo que Agamenón a los nobles muros de su Micenas: pues nadie ama su tierra por ser grande, sino por ser suya. <*> [66.26] <*> ~~ <*> Sólo la razón es inmutable y tenaz en su juicio: porque no sirve a los sentidos sino que los gobierne. La razón es igual a la razón, como lo recto es igual a lo recto, y también la virtud a la virtud: porque la virtud no es otra cosa que la recta razón. <*> [66.32] <*> ~~ <*> Se puede decir que unos han tenido mejor fin y otros peor, pero la muerte es igual para todos, Los caminos por donde acuden son distintos, pero el sitio al que llegan es uno solo. <*> Ninguna muerte es mayor o menor, porque en todos los casos tiene la misma medida: la vida termina. <*> [66.45] <*> ~~ <*> Vanagloriarse del ocio es un afán estéril. Ciertos animales, para que no los puedan descubrir, borran las huellas alrededor de su propia guarida. Lo mismo debes hacer tú, porque de otro modo no faltará quien te persiga. Muchos pasan de largo ante lo que está abierto, y hurgan en lo recóndito y oculto. Lo sellado tienta al ladrón. Parece pobre lo que está a la vista: el desvalijador no atiende a las puertas abiertas. <*> Es la forma de ser que tienen el pueblo y cualquier ignorante: desean entrometerse en los secretos. Lo mejor, pues, es no jactarse del propio ocio: y esconderse en exceso y alejarse de la vista de los hombres es una forma de jactarse. <*> [68.4-51] <*> ~~ <*> Si de verdad quieres hacerme caso, medita y ejercítate en esto: a aceptar la muerte y, si algo lo aconseja, a llamarla. Convéncete a ti mismo de que es un dicho de un rematado ignorante y una falsedad aquello de que "Bella cosa es morir de muerte propia". Nadie muere si no es por su propia muerte. Debes pensar incluso más: nadie muere si no es en su propio día. Nada pierdes de tu tiempo: pues lo que dejas no te pertenece. <*> [69-5-6] <*> ~~ <*> Navegando, Lucilio, hemos cruzado la vida, y del mismo modo que en el mar, como dice nuestro Virgilio, "tierras y ciudades retroceden", así en esta singladura velocísima del tiempo primero dejamos atrás la niñez, después la mocedad, después aquello, sea lo que sea, que está en el intermedio de la juventud y la vejez, confinado entre una y otra, después los mejores años de la misma vejez, y por último empieza a divisarse el término común al género humano. En nuestra enorme insensatez, pensamos que se trata de un escollo: es un puerto que a veces hay que buscar y nunca rechazar; si alguien entra en él en sus primeros años, no debe quejarse más que quien ha hecho con rapidez su travesía. Porque, como sabes, con uno juegan brisas perezosas, que lo retienen y lo abruman con el fastidio de su calma tan pausada, mientras a otro lo traslada con la mayor celeridad una porfiada ventolera, <*> Piensa que lo mismo nos ocurre a nosotros: a unos, la vida los conduce a toda velocidad adonde tenían que llegar aunque se hubieran demorado, mientras a otros los va consumiendo y secando. Y es que, como sabes, no siempre hay que aferrarse a la vida: porque lo que está bien no es vivir, sino vivir bien. Así, el sabio vive cuanto debe, no cuanto puede: él verá dónde, con quiénes y de qué forma ha de vivir, y qué ha de hacer. <*> [70.2-4] <*> ~~ <*> Morir más pronto o más tarde no viene al caso, lo que viene al caso es morir bien o morir mal. Y morir bien es escapar al peligro de malvivir. <*> [70.6] <*> ~~ <*> Cada vez que quieras saber qué tienes que rechazar y qué tienes que buscar, vuelve tu mirada al sumo bien, objeto de toda tu vida. Porque cualquier cosa que hagamos debe concordar con él: sólo arregla los pormenores quien ya tiene resuelto el objeto de conjunto de su vida. <*> Por más que tenga preparados los colores, nadie hace un retrato fiel si no sabe de antemano qué quiere pintar. Por eso caemos en el error, porque todos reflexionanos sobre aspectos parciales de la vida pero nadie sobre la globalidad de la vida. <*> Quien quiere lanzar una flecha debe saber qué desea alcanzar, y luego apuntar y templar el tiro con la mano. Nuestras decisiones fallan porque no llevan una dirección precisa. <*> A quien no sabe a qué puerto pone rumbo, ningún viento le resulta propicio. Es inevitable que el azar sea determinante en nuestra vida porque vivimos al azar. <*> [71.2-5] <*> <*> ~~ <*> Insistamos, pues, y perseveremos: nos queda por superar más de lo que hemos superado, pero querer progresar es ya una gran parte del progreso. Tengo para mí esta certeza: lo deseo y lo deseo de todo corazón. <*> Veo que también tú estás lleno de decisión, y que te apresuras con gran empuje hacia la más preciosa virtud, Apresurémonos: sólo así la vida será un beneficio; de otro modo es un pasatiempo y, más aún, para los que están metidos en actividades indignas, un pasatiempo vergonzoso. <*> Actuemos de forma que todo el tiempo sea nuestro; y no lo será si antes no empezamos nosotros mismos a ser nuestros. <*> [71.36] <*> ~~ <*> Mucho debo al sol y a la luna, y no salen sólo para mí. Estoy personalmente obligado con el año y con la divinidad que lo regula, por más que el curso del año no esté en absoluto dispuesto en mi honor. La estúpida avaricia de los mortales distingue posesiones y propiedades, y nadie considera suyo lo que es público: pero quien es sabio no cree que nada sea más suyo que aquello que comparte con el género humano. Pues no serían bienes colectivos si una parte de ellos no perteneciera a cada individuo: nos convierte en socios incluso aquello cuya menor porción es común a todos. <*> [73.6-7] <*> ~~ <*> En los cuerpos humanos han sido esparcidas semillas divinas. Si las recibe un buen cultivador, lo que brota se asemeja a su origen y crece igual a aquello de lo que ha nacido; si las recibe un mal cultivador, las mata lo mismo que un suelo estéril y pantanoso, y en vez de frutos lo que se genera es inmundicia. <*> [73.16] <*> ~~ <*> Nuestra dicha suprema no hay que ponerla en la carne: los verdaderos bienes son los que da la razón. Éstos son sólidos y permanentes, no se pueden perder, ni pueden decrecer o disminuir. <*> [74.16] <*> ~~ <*> Tenemos que fortificarnos contra los golpes del azar, Puesto que ningún muro resulta inexpugnable contra la fortuna, levantémoslo en nuestro interior: si su interior es seguro, el hombre puede ser asediado, pero no tomado. <*> [74.19] <*> ~~ <*> Que sea mayor o menor el círculo que dibujes concierne al espacio que ocupa, no a su forma: aunque uno permanezca mucho tiempo y el otro lo borres enseguida y cubras de polvo el sitio donde lo has dibujado, la forma era la misma para ambos. Lo correcto no se mide por el tamaño, ni por la cantidad, ni por el tiempo: no puede aumentarse ni disminuirse. Reduce en cuanto quieras una vida honrada de cien años, concéntrala en un solo día: es igual de honrada. <*> A veces la virtud se expande con mayor amplitud, gobierna reinos, ciudades y provincias, dicta leyes, cultiva amistades y distribuye deberes entre parientes e hijos; a veces se encierra en los estrechos límites de la pobreza, el exilio y la privación de familia: no es menor por más que se rebaje de la más alta cumbre a lo privado y de lo regio a lo humilde, por más que se reduzca del poder público y extenso a las apreturas de una casa o de un rincón. <*> [74.27-8] <*> ~~ <*> El azoramiento, la angustia o la pereza en cualquier acción son siempre deshonestidades, porque la honestidad es segura y capaz, inaccesible al miedo, y está dispuesta al embate. <*> [74.30] <*> ~~ <*> ¿Quieres darte cuenta de que nadie tiene que atormentarse por el futuro? Uno que oiga que al cabo de cincuenta años soportará suplicios, no se perturbará a no ser que salte por encima del intervalo y se meta en aquella angustia que al cabo de medio siglo le sobrevendrá. <*> Es el mismo proceso que hace que se apenen por cosas viejas y olvidadas ciertos espíritus que se complacen en las dolencias y buscan motivos para el dolor. Lo pasado y lo futuro están ausentes: no sentimos ni lo uno ni lo otro. Y no produce dolor más que aquello que sentimos. <*> [74-34] <*> ~~ <*> Éste debe ser nuestro principal empeño: decir lo que sentimos y sentir lo que decimos; que nuestro lenguaje concuerde con nuestra vida. Ha cumplido con su cometido aquel que sigue siendo el mismo cuando lo ves y cuando lo escuchas. Veremos qué cualidades y qué capacidades tiene: pero que sea uno y el mismo. Nuestras palabras no tienen que agradar: tienen que ser de provecho. <*> [75.4-5] <*> ~~ <*> ¿Te preocupas por las palabras? Puedes darte por satisfecho si sales adelante con los hechos. <*> [75.7] <*> ~~ <*> Da vergüenza decirlo: cultivamos la honestidad sólo de vez en cuando, Pero ¡qué premio más grande nos espera, si nos despojamos de nuestros afanes y de nuestra insistencia en lo que está mal! No nos impulsarán la avidez ni el miedo: inconmovibles ante los terrores, incorruptibles ante los deseos, no nos asustarán la muerte ni los dioses; sabremos que la muerte no es un mal y que los dioses no resultan funestos. Tan endeble es lo dañino como el dañado: las cosas mejores no tienen capacidad de daño. <*> Si alguna vez nos elevamos de esta escoria a lo sublime y excelso, nos esperan, alejados ya los errores, la tranquilidad de espíritu y una libertad absoluta, ¿Quieres saber en qué consiste esta libertad? No temer a los hombres ni a los dioses, no desear lo vergonzante ni lo desmedido, tener el máximo dominio de sí. Ser dueño de uno mismo es un bien que no tiene precio. <*> [75.16-18] <*> ~~ <*> ¿Preguntas cuánto adelantarás? En la medida en que lo intentes. ¿A qué esperas? Ningún saber se obtiene por casualidad. <*> La riqueza vendrá cuando venga, el honor te será ofrecido, el favor y la dignidad quizá te serán impuestos: la virtud no vendrá a tu encuentro, no se alcanza a conocerla con leve trabajo o poco esfuerzo. Pero merece la pena esforzarse para obtener a la vez todos los bienes. <*> Porque hay un único bien, que es la honestidad: no encontrarás nada verdadero, nada seguro, en aquellos otros bienes que la fama reconoce. <*> [76.5-6] <*> ~~ <*> ¿Qué es lo propio en el hombre? La razón: recta y consumada, colmará la felicidad del hombre. Conque, si toda cosa, cuando lleva a perfección su propio bien, es admirable y alcanza el fin de su propia naturaleza, el bien propio del hombre es la razón: si la lleva a perfección, es admirable y ha coronado el fin de su naturaleza. Esta razón perfecta se llama virtud y es lo mismo que la honestidad. <*> [76.10] <*> ~~ <*> Lo bueno escapa al peligro del cambio: la estupidez trepa a veces hasta la sabiduría, pero la sabiduría no se troca de nuevo en estupidez. <*> [76.19] <*> ~~ <*> No es grande ninguno de aquellos a los que riquezas y honores encumbran a lo más alto. Entonces, ¿por qué parecen grandes? Porque los mides incluyendo el pedestal. No es alto el enano aunque esté subido a una montaña; el gigante conserva su tamaño por más que esté dentro de un pozo. <*> Este es el error que padecemos, así es como nos engañamos: no valoramos a nadie por lo que es, sino que le añadimos también aquello de lo que está provisto. <*> Así pues, cuando quieras llegar a la verdadera valoración de un hombre y saber cómo es, obsérvalo desnudo. Que deje de lado patrimonio, honores y demás mentiras de la fortuna, que se despoje incluso de su cuerpo: escudríñale el alma, su calidad y su tamaño, y mira si es grande por lo ajeno o por sí mismo. <*> [76.31-2] <*> ~~ <*> Tu trayecto será incompleto si te detienes a medio camino o antes del lugar de destino, pero la vida no es incompleta si es honesta. Dondequiera que la termines, si la terminas bien, queda acabada. Muchas veces, incluso, hay que tener el valor de darla por terminada, y no sólo por motivos de suma importancia: puesto que los motivos que nos retienen tampoco son de suna importancia. <*> [77.4] <*> ~~ <*> Nadie es tan ignorante como para no saber que algún día tiene que morir. Sin embargo, cuando está cerca de ese momento, se revuelve, tiembla y llora. Alguien que llorase por no haber vivido mil años atrás, ¿no te parecería el más estúpido de todos? Es igual de estúpido quien llora porque no vivirá dentro de mil años. No existías y no existirás: ambas cosas son iguales. Ninguno de esos dos tiempos te pertenece. <*> [77.11] <*> ~~ <*> Como una comedia, la vida no importa cuánto dura sino lo bien que sea interpretada. No viene en absoluto al caso en qué punto termines, Termina donde quieras: sólo ponle un buen final. <*> [77.20] <*> ~~ <*> No agraves tú mismo tus enfermedades, no te sobrecargues con quejas: el dolor es leve si nada le añade tu opinión. Si, por el contrario, empiezas a darte ánimos y a decirte: "No es nada, o sin duda es poca cosa; coraje, que ya se acaba", lo haces llevadero en la medida en que lo crees llevadero. <*> Todas las cosas dependen de la opinión que de ellas tengamos. No sólo la ambición, la lujuria y la avaricia le conciernen: también sentimos dolor conforme a la opinión. Cada cual es tan desgraciado como cree ser. <*> [78.13] <*> ~~ <*> La gloria es la sombra de la virtud: aunque ésta no quiera, aquélla la acompañará. Pero del mismo modo que a veces la sombra nos precede y a veces nos sigue o, si se quiere, queda a nuestra espalda, también la gloria a veces está delante nuestro y permite que la veamos, y a veces está detrás, mayor cuanto más tardía, cuando ya la envidia se ha alejado. <*> [79.13] <*> ~~ <*> Si quieres sopesarte a ti mismo, deja de lado el dinero, la casa, los cargos, y toma en consideración tu interior. Hoy por hoy, respecto a tu forma de ser, das crédito a los demás, <*> [80.10] <*> ~~ <*> Una cosa nos pone en deuda según el ánimo con que nos ha sido dada: no se sopesa a cuánto asciende, sino de qué intención procede. <*> [81.6] <*> ~~ <*> Tenemos que hacer cuanto esté en nuestras manos para ser lo más agradecidos posible. Porque en ello consiste nuestro bien, en la medida en que la justicia no es, como vulgarmente se cree, algo que concierna a los demás: la mejor parte de ella recae en sí misma. <*> Todo el mundo, cuando ayuda a otro, se ayuda a sí mismo, y no lo digo por aquello de que quien ha sido socorrido está dispuesto a socorrer y quien ha sido defendido está dispuesto a proteger, ni por aquello de que el buen ejemplo da un rodeo y regresa a quien lo ha dado (del mismo modo que el mal ejemplo repercute en sus autores, y no reciben compasión alguna quienes sufren perjuicios que ellos con sus actos habían mostrado que se pueden causar). No, lo digo porque el precio de todas las virtudes se encuentra en ellas mismas. En verdad, no se practican por el premio: la recompensa por obrar correctamente es haber obrado correctamente. <*> [81.19] <*> ~~ <*> Es agudo lo que dices, pero nada es más agudo que una espina. Ciertas armas, su misma sutileza las convierte en inútiles e ineficaces. <*> [82.24] <*> ~~ <*> Sin duda deberíamos vivir como si nos estuvieran viendo; deberíamos pensar como si alguien pudiera atisbar en lo más recóndito de nuestro corazón, Y puede. Porque ¿de qué sirve esconder algo a los hombres? Nada está sellado para dios. Él está presente en nuestras almas e irrumpe en nuestros pensamientos. ¡Irrumpe, digo, como si alguna vez estuviera ausente! <*> [83.1] <*> ~~ <*> Lo que nos hace peores es que nadie recapacita sobre su vida, Pensamos lo que vamos a hacer, y eso aun sólo de vez en cuando; lo que hemos hecho, no lo pensamos. Y sin embargo la resolución para el futuro procede del pasado. <*> [83.21] <*> ~~ <*> ¿Qué mérito hay en tragar mucho? Cuando te hayas llevado la palma y todos, vencidos por el sueño y vomitando, rechacen la copa que les brindes, cuando seas el último de la fiesta que se tenga en pie, cuando hayas derrotado a todo el mundo con tu extraordinaria resistencia y nadie más pueda aguantar tanto vino, te derrotará un tonel. <*> [83.24] <*> ~~ <*> A todo cuanto sobresale en los asuntos humanos, aunque se trate de algo exiguo que sólo destaque por comparación con las cosas más minúsculas, se llega sin embargo por sendas difíciles y arduas. <*> El camino hacia la cumbre de la dignidad es escabroso; pero si te place ascender a esa cima, a la que se somete la fortuna, sin duda verás a tus pies todo cuanto se suele considerar como lo más excelso, y sin embargo llegarás hasta arriba por terreno llano. <*> [84.13] <*> ~~ <*> "Siente pasión por el dinero, pero moderada; tiene ambición, pero no exacerbada; tiene mal genio, pero se domina; es inconstante, pero no de una forma muy ligera o voluble; es apasionado, pero no de forma malsana". A uno que tuviera un solo defecto completo le iría mejor que a éste, que, aunque a medias, los tiene todos. <*> [85.7] <*> ~~ <*> ¿Qué es esta locura de creer que depende de nuestra capacidad de decisión el fin de aquellas cosas cuyos orígenes están fuera de nuestra capacidad de decisión? ¿Cómo voy a tener suficiente energía para terminar con aquello que no tuve energía para prohibir, cuando cerrar la entrada a algo es más fácil que, una vez dentro, contenerlo? <*> [85.13] <*> ~~ <*> La finalidad del comer y del beber me parece que es quedar saciado. Uno come más, otro menos: ¿qué importa? Ambos han quedado satisfechos. Uno bebe más, otro menos: ¿qué importa? Ninguno de los dos tiene ya sed. Uno vive más años, otro menos: da lo mismo, si al primero lo hicieron tan feliz sus muchos años como al segundo sus pocos años. Aquel a quien tú llamas menos feliz no es feliz: tal título no admite menoscabo. <*> [85.23] <*> ~~ <*> ¿Quieres saber qué es lo que está mal? Ceder a las cosas que decimos que son malas, y sacrificarles la propia libertad, por la que hay que hacer frente a todo. La libertad sucumbe Si no despreciamos lo que nos subyuga. <*> No habría dudas sobre lo que conviene a un hombre de coraje si se supiera qué es el coraje. Porque no es temeridad irreflexiva, ni pasión por el riesgo, ni afición a lo peligroso: es saber la distinción entre lo que está mal y lo que no lo está. El coraje es muy expeditivo en la defensa de sí mismo y muy paciente en la defensa de aquellas cosas que presentan una falsa apariencia de males. <*> [85.28] <*> ~~ <*> Crees que fulano es rico porque su vajilla de oro le sigue a todas partes, porque tiene tierras de cultivo en todas las provincias, porque pasa las páginas de un enorme libro de cuentas, porque posee tantos terrenos en las afueras que incluso en los desiertos de Apulia darían envidia. ¿Lo has dicho ya todo? Pues es pobre. ¿Por qué? Porque tiene deudas. ¿Preguntas cuánto debe? Todo, si piensas que no hay mucha diferencia entre lo que uno toma en préstamo de otro hombre o de la fortuna. <*> [87-7] <*> ~~ <*> Una caja de caudales vale lo que contiene: de hecho, es un accesorio de lo que contiene. ¿Quién pone a un saco lleno otro precio que no sea el montante de las monedas que encierra? Lo mismo ocurre con los dueños de grandes patrimonios: son accesorios, meros apéndices de sus posesiones. <*> [87.18] <*> ~~ <*> Los verdaderos bienes dan confianza; las riquezas, audacia. Los verdaderos bienes dan grandeza de espíritu; las riquezas, arrogancia. Porque la arrogancia no es más que una falsa apariencia de grandeza. <*> [87-32] <*> ~~ <*> Si podemos, hablemos con toda decisión; si no podemos, hablemos con toda franqueza. <*> [87.41] <*> ~~ <*> ¿Tratas de descubrir por dónde anduvo errante Ulises, en vez de procurar que nosotros no andemos siempre errantes? No tengo tiempo de oír si fue zarandeado entre Italia y Sicilia o fuera del mundo por nosotros conocido (puesto que en un mundo tan estrecho no cabe tan amplio extravío): las tempestades nos zarandean el alma a diario, y la indolencia nos empuja a todos los males de Ulises. No faltan bellezas que nos tienten los ojos, no faltan enemigos; aquí, monstruos feroces que se complacen con la sangre derramada; allí, insinuantes halagos a los oídos; allá, naufragios y todo tipo de malaventuras. Enséñame cómo amar a mi patria, a mi mujer, a mi padre, cómo navegar como un náufrago hacia estas cosas tan honestas. <*> ¿Qué investigas? ¿Si Penélope fue infiel, si engañó a los de su tiempo? ¿Si ya antes de saberlo sospechó que aquel a quien veía era Ulises? Enséñame qué es la fidelidad y cuánto bien hay en ella, ya sea la del cuerpo o la del alma. <*> [88.7-8] <*> ~~ <*> ¿De qué me sirve saber dividir un campo en partes si no sé compartirlo con mi hermano? ¿De qué me sirve calcular con precisión geométrica la medida de una yugada e incluso advertir que he perdido una franja de diez pies, si me apesadumbra mi vecino, que me ha hurtado abusivamente aquel poco de campo? Me enseñan cómo no perder ni un palmo de mi terreno, pero lo que yo quiero es aprender cómo abandonarlo entero con alegría. <*> [88.11] <*> ~~ <*> ¿Por qué razón tengo que creer que no llegará a sabio un iletrado, si la sabiduría no reside en las letras? La sabiduría enseña cosas, no palabras, y no estoy muy seguro de que la memoria no sea más fiel cuando no dispone de ningún apoyo externo. <*> [88.32] <*> ~~ <*> ¿No quieres reparar en cuánto tiempo te arrebata tu mala salud, cuánto tus tareas particulares, cuánto tu trabajo cotidiano, cuánto el sueño? Mide tus años: no dan para tanto. <*> [88.41] <*> ~~ <*> Modera tus hábitos, despierta lo que en ti languidece, contén tus debilidades, domina tu terquedad, reprende tanto como puedas tus codicias y las de los demás. Y a los que te digan: "¿Hasta cuándo seguirás diciendo lo mismo?", respóndeles: "¡Soy yo quien debería preguntaros hasta cuándo insistiréis en los mismos errores! ¿Queréis que cesen los remedios antes que los defectos? Yo, desde luego, seguiré repitiéndolo, ya que os empeñáis en el rechazo; no me cansaré de insistir. El medicamento empieza a surtir efecto cuando su empleo hace aflorar el dolor en el cuerpo afectado". <*> [89.18-9] <*> ~~ <*> Ahora me dirijo a vosotros, a los que desplegáis vuestro lujo tan largamente como otros su avaricia. A vosotros os digo: ¿hasta cuándo no habrá lago sobre el que no se cierna el techo de vuestras villas, ni río cuyas riberas no flanqueen vuestras edificaciones? Dondequiera que manen venas de aguas termales, allí se elevarán nuevos balnearios de lujo. En cualquier recodo de la costa donde haya una cala, vosotros enseguida pondréis cimientos y, como no os satisface más que el suelo hecho por vuestra propia mano, haréis retroceder el mar. Aunque en todas partes resplandezcan vuestras construcciones, aquí situadas en unos montes con amplias vistas sobre tierra Y mar, allí levantadas desde el llano hasta la altura de los montes; por más mansiones que hayáis edificado y por enormes que sean, cada uno de vosotros seguirá siendo un cuerpo, y pequeño. ¿A qué tantos aposentos? Dormís en uno solo. Cualquier lugar en el que no estéis no os pertenece. <*> [89.21] <*> ~~ <*> Aplícate no para aprender algo más, sino para saber mejor. <*> [89.23] <*> ~~ <*> Por poca molestia se consigue lo necesario: por los caprichos se sufren angustias. <*> [90.16] <*> ~~ <*> El lujo se ha alejado de la naturaleza. Cada día se estimula a sí mismo, crece de siglo en siglo y contribuye a la corrupción con su talento. Primero empieza por codiciar lo vano, luego lo perjudicial, y por fin vende el alma al cuerpo y la obliga a ponerse al servicio de sus caprichos. <*> Todos estos oficios que circundan la ciudad o la ensordecen se ocupan del negocio del cuerpo, al que antes se lo prestaban todo como a un esclavo mientras que ahora lo sirven como a un señor. Por eso hay aquí fábricas textiles y allí talleres, aquí destilerías de perfume y allí academias que enseñan mórbidos ejercicios corporales y mórbidas canciones disonantes. Porque aquella moderación natural que limita los deseos por la necesidad ya no se lleva: ahora, querer sólo lo suficiente es cosa de pueblerinos y pelagatos. <*> [90.19] <*> ~~ <*> Es increíble, Lucilio, la facilidad con que una frase brillante distrae de la verdad incluso a los grandes hombres. <*> [90.20] <*> ~~ <*> ¿Quieres saber qué ha descubierto el hombre sabio, qué ha traído a la luz? Ante todo, la verdad y la naturaleza, que él no ha reseguido, como otros animales, con ojos insensibles a lo divino. Después, la ley de la vida, que él ha proyectado sobre todo; y nos ha enseñado no sólo a conocer a los dioses sino a obedecerlos, y a acatar los acontecimientos como órdenes. Se ha opuesto a la creencia en opiniones falsas y ha sopesado el valor de cuanto existe tasándolo con precisión; ha condenado los placeres que van mezclados con el arrepentimiento y ha alabado los bienes que siempre serán placenteros, y ha puesto de manifiesto que el más próspero es aquel a quien no le preocupa la prosperidad y que el más poderoso es aquel que se tiene a sí mismo en su propio poder. <*> [90.34] <*> ~~ <*> La naturaleza no da la virtud: llegar a ser bueno es un arte. <*> [90-44] <*> ~~ <*> La virtud no alcanza más que al alma instruida y elevada y llevada a cumplimiento por un ejercicio constante. Sin duda nacemos para la virtud, pero nacemos sin ella; incluso en los mejores, antes de educarlos se encuentra la materia de la virtud pero no la virtud misma. <*> [90.46] <*> ~~ <*> Los males inesperados son más graves; la sorpresa incrementa el peso de los desastres; no hay mortal al que no cause mayor dolor lo que además lo deja estupefacto. Por eso no debemos dejar nada sin prever: en todo, tenemos que proyectar de antemano nuestro ánimo pensando, no en lo que suele ocurrir, sino en lo que podría ocurrir. Pues ¿hay algo que la fortuna, cuando ella quiere, no lo arranque en su mismísima flor? . ¿Que no lo acose y derribe cuanto más flamantemente brille? ¿Hay algo que resulte para ella arduo o difícil? No viene siempre por un solo camino, ni siquiera de forma fija: a veces recurre a nuestra mano contra nosotros, a veces se satisface con sus propias fuerzas y crea peligros de los que nadie es responsable. <*> Ningún tiempo está a salvo: en los mismos placeres nacen las causas del dolor, La guerra estalla en medio de la paz, y lo que era un puntal de la tranquilidad se convierte en miedo. el amigo en enemigo y en rival el compañero. La calma veraniega se agita en súbitas tormentas peores que las del invierno. Sufrimos hostilidades sin tener enemigo y, si faltan otras causas para el desastre, la prosperidad excesiva las encuentra de por sí. La enfermedad asalta a los más precavidos, la tisis a los más fuertes, el castigo a los más inocentes, la turbamulta a los más solitarios. El azar escoge un medio imprevisto para descargar sus fuerzas, por si no las teníamos presentes. <*> [91.3-5] <*> ~~ <*> Esto es lo único que sé: que todas las obras de los mortales están condenadas a la mortalidad. Vivimos entre cosas perecederas. <*> [91.12] <*> ~~ <*> En la necesidad de sufrirlo todo somos iguales: nadie es más frágil que nadie, nadie está más seguro de lo que le deparará el mañana. <*> [91.16] <*> ~~ <*> Ninguno de los que hacen reproches a la muerte la conoce por experiencia: por de pronto, es una temeridad condenar lo que ignoras. Pero sí sabes para cuántos ha resultado de provecho, a cuántos ha librado del tormento, de la penuria, de las reyertas, de los suplicios, del aburrimiento. No estamos en poder de nadie si la muerte está en nuestro poder. <*> [91.21] <*> ~~ <*> ¿Qué es la vida feliz? Seguridad y tranquilidad permanente. Esto te lo dará la grandeza de espíritu, te lo dará el ser tenaz y consecuente con el buen juicio. <*> ¿Cómo llegarás a alcanzarlo? Analizando entera toda la verdad, conservando en todos los actos el orden, la mesura y el decoro, y manteniendo tu voluntad de no hacer daño y de hacer el bien atenta a la razón y sin desviarse nunca de ella, que se haga querer y admirar a la vez. Para escribírtelo con menos palabras, el espíritu del hombre sabio debe ser el que convendría a un dios. <*> [92-3] <*> ~~ <*> "Entonces", dice alguien, "si no son ninguna traba para la virtud ni la buena salud ni el reposo ni la ausencia de dolor, ¿no trataremos de obtenerlos?". Y por qué no voy a tratar de obtenerlos? Pero no porque sean bienes, sino porque son acordes a la naturaleza y porque serán escogidos por mi buen juicio. Pues ¿qué bien habrá en ellos? Uno solo: haber sido bien elegidos. Porque cuando me pongo el vestido adecuado, cuando paseo como conviene, cuando como con los debidos modales, lo que está bien no son la comida ni el paseo ni el vestido, sino mi propósito de guardar en cada una de estas cosas la medida conforme a la razón. <*> [92.11] <*> ~~ <*> Quien muestra en su cuerpo virtud y coraje iguala a los dioses y, recordando su origen, tiende hacia él. Para nadie es impío el intento de subir al lugar de donde descendió. ¿Qué razón tienes, en efecto, para creer que no hay algo divino en aquel que forma parte de dios? Todo cuanto nos rodea es un solo ser, y es dios: estamos asociados con él y somos miembros de él. Nuestra alma es capaz de llegar hasta allí, si no la abaten los defectos. <*> [92.30] <*> ~~ <*> No hay que preocuparse de vivir mucho tiempo, sino de vivir lo suficiente. Porque vivir mucho tiempo es cosa del hado, y vivir lo suficiente es cosa del alma. Una vida es larga si es una vida llena; y lo que la llena es que el alma se otorgue su propio bien y que se transfiera a sí misma el poder sobre sí misma. <*> [93.2] <*> ~~ <*> Del mismo modo que en el atavío de un cuerpo pequeño cabe un hombre cumplido, así en un tiempo pequeño cabe una vida cumplida. Los años se cuentan entre las cosas externas. El tiempo que yo exista no es cosa mía; que mientras dure mi existencia yo exista realmente, sí es cosa mía. Lo que debes exigirme es que no recorra mis años oscuramente, como entre tinieblas: que coja las riendas de la vida, que no la deje pasar de largo. <*> [93.7] <*> ~~ <*> "¿De qué sirve mostrar lo evidente?", pregunta Aristón. De mucho: a veces sabemos pero no caemos en la cuenta. La advertencia no nos enseña, pero nos pone sobre aviso, nos despierta, nos hace recordar y no permite que olvidemos. No reparamos en muchas cosas que tenemos delante de los ojos: advertir es una forma de exhortar. El espíritu se desentiende con frecuencia incluso de lo evidente; por lo tanto, hay que imponerle el conocimiento de lo más conocido, <*> Viene al caso, aquí, repetir aquella sentencia de Calvo contra Vatinio: "Sabéis que ha cometido soborno, y todo el mundo sabe que lo sabéis". Sabes que hay que cultivar la amistad con veneración, pero no lo haces; sabes que es un perverso quien exige fidelidad a su mujer cuando él mismo corrompe a las mujeres de otros; sabes que del mismo modo que ella no debe tener trato con amantes tampoco tú debes tenerlo con queridas, y no cumples. Por lo tanto, tienes que refrescarte a menudo la memoria: estas cosas no hay que tenerlas guardadas, sino a mano. <*> Todo cuanto es de provecho hay que meditarlo con frecuencia, darle vueltas con frecuencia, para tenerlo no sólo bien aprendido sino también a punto. Piensa, además, que lo que es evidente puede ser todavía más evidente. <*> [94.25-6] <*> ~~ <*> No hay palabra que nos llegue impunemente a los oídos: nos perjudican quienes nos desean lo mejor y nos perjudican quienes nos maldicen, Pues, mientras que el vituperio de éstos nos inculca falsos miedos, el afecto de aquéllos nos hace malentender el deseo del bien. Porque nos arroja tras bienes remotos, inciertos y mudables, cuando la felicidad podemos encontrarla en casa. <*> [94.53] <*> ~~ <*> Se sabe de muchos hombres que reducen ciudades a cenizas, las ponen de rodillas cuando habían sido inexpugnables durante siglos y seguras en todas las épocas, levantan terraplenes al mismo nivel de las ciudadelas y derriban con arietes y otras máquinas murallas erigidas a admirable altura. Hay muchos que guían ante sí la marcha de un ejército y hacen sentir su peso en las espaldas del enemigo y llegan hasta el mar embebidos en sangre de pueblos. Pero incluso estos que vencen a los enemigos han sido vencidos por la avidez. Nadie se les resiste cuando llegan, pero ellos no habían antes resistido a la ambición ni a la crueldad. Cuando parecía que llevaban a otros, eran llevados. <*> [94.61] <*> ~~ <*> No hay razón para creer que a nadie haga feliz la infelicidad ajena. <*> [94.67] <*> ~~ <*> Es así: el incentivo de todas nuestras sinrazones es el admirador, el cómplice. Conseguirás que no las deseemos si consigues que no las exhibamos. La ambición, la ostentación y el desenfreno quieren tener público: les pondrás remedio si las escondes. <*> [94.71] <*> ~~ <*> Como si la buena suerte y el buen juicio fueran incompatibles entre sí, somos más sensatos en las malas épocas: las buenas rachas se nos llevan la ecuanimidad. <*> [94.74] <*> ~~ <*> Alguien asiste a su amigo enfermo: lo aprobamos. Pero lo hace por la herencia: es un buitre, está al acecho del cadáver. <*> Una misma acción puede ser deshonesta u honesta, según por qué y cómo se lleve a cabo. Pero todo lo llevaremos a cabo honestamente en cuanto nos hayamos consagrado a la honestidad y creamos que en los asuntos humanos el único bien es ella y lo que de ella se deriva; los otros bienes son para un solo día. <*> [95.43] <*> ~~ <*> Tengamos siempre en el corazón y en los labios aquel famoso verso: <*> Un hombre soy: no juzgo ajeno a mí nada que sea humano. <*> Compartamos el poseer: compartimos el haber nacido. Nuestra sociedad es muy parecida a un arco de piedra: caería si las piedras no se retuvieran una a otra. Es eso lo que lo sostiene. <*> [95.53] <*> ~~ <*> Pregúntate si preferirías vivir en un mercado o en un campamento militar, si algún dios te diera opción a escoger. y sin embargo, querido Lucilio, la vida es milicia. Pues aquellos que son zarandeados, y andan de arriba para abajo por caminos trabajosos y escarpados, y emprenden las más arriesgadas expediciones, son los valientes del campamento, los de vanguardia. y aquellos que, mientras los otros trabajan, se entregan, blandengues, a una holganza infecta son tortolillos, a salvo por mor de su afrenta. <*> [96.5] <*> ~~ <*> Te equivocas, Lucilio, si crees que son un vicio de nuestros tiempos la ostentación y el abandono de las buenas costumbres y todo lo que cada cual reprocha a su época. Son cosas de los hombres, no de las épocas: no ha habido período alguno libre de culpa. <*> [97.1] <*> ~~ <*> Es desastroso el espíritu que está angustiado por el futuro, es desgraciado antes de la desgracia el que está ansioso porque las cosas que le proporcionan deleite le acompañen hasta el final. Puesto que no encuentra descanso en ningún momento y por su expectación ante lo que vendrá desatiende lo presente y no disfruta de ello. En verdad, el dolor por haber perdido algo y el temor por tener que perderlo están al mismo nivel. <*> No por eso te aconsejo que seas negligente. No: evita cuanto produce temor, prevé cuanto el juicio es capaz de prever, y cuanto deba algún día herirte por su pérdida, detéctalo y deséchalo antes de que eso ocurra, Para ello, lo que más útil te será son la confianza y una mente firmemente dispuesta a soportarlo todo. Es capaz de esquivar la fortuna quien es capaz de soportarla: lo cierto es que no levanta alboroto en quien está sereno. No hay mayor desgracia, no hay nada más estúpido que temer de antemano: ¿qué es esa locura de adelantarse uno a su propio mal? <*> En fin, condensaré en pocas palabras lo que creo y te describiré a estos agobiados que se perjudican a sí mismos: son tan exagerados cuando sufren las desgracias como antes de sufrirlas. Se lamenta más de lo necesario quien se lamenta antes de lo necesario. Porque la misma inseguridad que le impide prever el daño le impide valorarlo; la misma exageración que le hace imaginarse permanente su prosperidad, le hace imaginarse que cuanto le haya tocado en suerte no sólo debe durar, sino aumentar; y, dejando de lado el péndulo que rige el vaivén de las cosas humanas, se promete para él sólo la firmeza de lo fortuito. <*> [98.6-8] <*> ~~ <*> Créeme, la mejor parte de nuestros seres queridos permanece junto a nosotros aunque a ellos nos los arrebate el azar. El tiempo pasado es nuestro, y nada está en lugar más seguro que lo que ya ha sido. <*> La esperanza de lo por venir nos hace ingratos respecto de lo que ya hemos poseído, como si lo que está por venir, si es que llega a nosotros, no fuera a contarse enseguida entre lo pasado. Mide con estrechez el fruto de las cosas quien sólo encuentra satisfacción en lo presente: también hay placer en las cosas del futuro y en las del pasado, en un caso por la expectación y en el otro por el recuerdo; sólo que las primeras son inciertas y es posible que no lleguen a ser, y las segundas es imposible que no hayan sido. <*> Por lo tanto, ¿qué manía es esa de privarse de lo más seguro de todo? Complazcámonos en aquello que ya hemos disfrutado, a no ser que lo disfrutáramos con el espíritu horadado, dejando escapar todo lo que recibía. <*> [99.4-5] <*> ~~ <*> Quien se queja de que alguien haya muerto, se queja de que fuera un ser humano. Estamos todos encadenados a una misma condición: a quien le ha tocado nacer, le falta morir. <*> [99.8] <*> ~~ <*> Es propio de un espíritu inhumano olvidarse de los suyos y enterrar su recuerdo junto con su cuerpo, ser derrochador en el llanto pero avaro en el recuerdo. Es así como las aves y los animales aman a los suyos: su amor es concentrado y apremiante y casi rabioso, pero se desvanece por entero al perderlos. No es eso lo que conviene al hombre avisado: debe perseverar en el recuerdo y dejarse de llantos. <*> [99.24] <*> ~~ <*> ¡Qué estupidez, hacer planes de por vida quien no es dueño del mañana! ¡Qué locura la de los que acometen esperanzas a largo plazo! "Compraré y edificaré, daré a crédito y cobraré intereses, ocuparé cargos, y luego, por fin, cansado pero bien provisto, pasaré la vejez sin hacer nada". Todo es incierto, créeme, incluso para los opulentos. Nadie debe prometerse nada de su futuro: talmbién lo que cogemos se nos escapa de las manos, y el azar corta el momento que estábamos asiendo. <*> [101.4-5] <*> ~~ <*> Te equivocas si te fías de la cara de los que te encuentras: tienen aspecto de hombres pero alma de fieras. Sólo que en éstas lo peligroso es el primer ataque: no persiguen a los que pasan de largo. Además, a ellas sólo la necesidad las empuja a hacer daño: son el hambre o el miedo lo que las obliga a la lucha. Pero al hombre le gusta causar la ruina del hombre. <*> [103.2] <*> ~~ <*> Renunciemos al oro y a la plata y a cuanto abruma a las familias prósperas: la libertad no nos puede salir gratis. Si pones un precio elevado a la libertad, tienes que creer que todo lo demás es de poco precio. <*> [104.34] <*> ~~ <*> La mayor seguridad reside en no cometer injusticia alguna. Los que abusan llevan una vida confusa y agitada; tienen miedo en la misma medida en que son culpables, y no se libran en ningún momento. Porque tiemblan por lo que han hecho, y dudan: su conciencia no les permite hacer otra cosa y a menudo los fuerza a responder ante sí. Paga sus penas todo aquel que las espera; y, desde luego, las espera todo aquel que se las ha merecido. <*> Algo puede dar cobijo a la mala conciencia, pero nada seguridad; porque piensa que, aunque no lo hayan cogido, pueden cogerlo, y se agita en sueños, y siempre que oye hablar de algún crimen se acuerda del suyo: no le parece que esté suficientemente olvidado, suficientemente encubierto. El culpable tendrá quizá la suerte de pasar inadvertido, pero nunca la certeza. <*> [105.7-8] <*> ~~ <*> La ley de la vida es la misma que la de los baños, la de las multitudes o la de los caminos: te infligen ciertas cosas y te suceden otras. Vivir no es una delicadeza, Has emprendido una larga senda: por fuerza te tambalearás y tropezarás y caerás y te sentirás agotado y exclamarás: "¡Quiero morir!" - es decir, mentirás. En un sitio dejarás a un compañero, en otro lo enterrarás, en otro lo temerás: entre tales agravios se recorre este camino escabroso. <*> [107.2] <*> ~~ <*> No nos extrañemos ante nada de aquello para lo que hemos nacido, que es algo de lo que nadie debe quejarse puesto que es igual para todos. Sí, lo afirmo: igual para todos. Puesto que, aunque alguien pueda evitarlo, podía haberlo sufrido. De hecho, una ley no es justa porque se aplique a todos, sino porque ha sido dictada para todos. <*> Que la justicia impere en nuestro espíritu: paguemos sin protestar nuestros tributos de mortales. <*> [107.6] <*> ~~ <*> Enseguida te explicaré lo que me pides, pero antes te diré de qué modo tienes que dirigir esta avidez por aprender en la que veo que ardes, para que no se entorpezca ella misma. <*> No tienes que tratar de alcanzarlo todo ni entrar a saco en todos los campos del saber. al todo se llega por las partes. Hay que adecuar el peso a las fuerzas y no tomar posesión de más de lo que se pueda mantener. No absorbas todo lo que quieres abarcar, sino lo que puedes. Sólo tienes que tener un buen espíritu: abarcarás cuanto quieras. Cuanto más recibe el espíritu, tanto más se ensancha. <*> [108.1-2] <*> ~~ <*> Te encantan, bien presentados, los frutos de la tierra y del mar, Unos te resultan más apetecibles si llegan frescos a la mesa, otros en cambio si han sido alimentados mucho tiempo y obligados a engordar hasta que rebosan y apenas pueden contener su grasa: te encanta el brillo que les ha dado el arte del cocinero. Pero, por Hércules, cuando esas cosas tan cuidadosamente buscadas y tan variamente condimentadas lleguen al vientre, se apoderará de todas ellas una misma sustancia repugnante. ¿Quieres menospreciar tu pasión por los manjares? Mira en qué se convierten. <*> [110.13] <*> ~~ <*> Admiramos paredes recubiertas de mármol delgado, cuando sabemos qué material se esconde tras él. Engañamos a nuestros ojos. y cuando forramos techos de oro, ¿qué hacemos sino satisfacernos con una mentira? Porque sabemos que debajo de aquellos dorados se oculta una tosca madera. y no son sólo las paredes y los artesonados lo que se disfraza con un leve adorno: la dicha de todos esos que ves andar tan altivos está chapada de oro. Fíjate bien, y sabrás cuánto hay de ruin bajo esa leve capa de dignidad. <*> [115.9] <*> ~~ <*> Porque amamos nuestros vicios, los defendemos y preferimos excusarlos antes que expulsarlos. La naturaleza dio al hombre robustez suficiente, si la aprovechamos, si aunamos nuestras fuerzas y las instigamos a luchar todas a nuestro favor, en vez de contra nosotros. La causa está en no querer; no poder es el pretexto. <*> [116.8] <*> ~~ <*> La naturaleza no nos ha dado un tiempo tan fecundo y generoso como para que nos permitamos perder algo de él. y mira cuánto se malogra incluso para los más ahorrativos: a todo el mundo le roba una parte su salud, otra la salud de los suyos; otra se la tienen ocupada las tareas ineludibles, otra las públicas; y el sueño se reparte la vida con nosotros. ¿A qué conduce emplear en vano la mayor parte de este tiempo tan breve y veloz, que se nos lleva consigo? <*> [117.32] <*> ~~ <*> La dicha no es codiciosa, como creen los hombres: es poca cosa. Por eso a nadie le basta. <*> [118.6] <*> ~~ <*> Te enseñaré cómo hacerte rico rapidísimamente, ¡Qué ganas tienes de oírlo! Y con razón: te conduciré a la máxima riqueza por el camino más corto. <*> Sin embargo, tendrás necesidad de un acreedor: para poder negociar conviene que pidas un crédito. Pero no quiero que lo pidas a través de un intermediario: no quiero que los corredores pisoteen tu nombre. Yo te daré un acreedor bien dispuesto, aquel acreedor catoniano: pídete el crédito a ti mismo. Si lo que falta nos lo pedimos a nosotros mismos, por poco que sea será suficiente. <*> No hay diferencia alguna, querido Lucilio, entre no desear y tener. En ambos casos el resultado es el mismo: no sufrirás. y no te estoy recomendando que niegues nada a la naturalezapues es muy terca: no hay forma de vencerla, exige lo que es suyo -, sino que sepas que lo que excede a la naturaleza es capricho, no necesidad. Tengo hambre: hay que comer. Que el pan sea chusco o de primera calidad, a la naturaleza no le concierne en absoluto: ella no quiere dar placer al vientre, sino llenarlo. <*> Tengo sed: que el agua sea la que he sacado de aquel lago próximo o la que he guardado entre mucha nieve para que se enfriara por el helor ajeno, a la naturaleza no le concierne en absoluto. Ella sólo ordena saciar la sed: que lo haga un vaso de oro, o de cristal, o de un material precioso, o que lo haga una copa de Tíbur, o que lo haga el cuenco de la mano, no tiene la menor importancia. <*> Escruta la finalidad de todas las cosas y dejarás de lado lo superfluo. <*> [119.1-4] <*> ~~ <*> El dinero no hace rico a nadie; más bien al contrario: no deja de inculcar en nadie una mayor avidez de dinero. ¿Te preguntas por el motivo de este hecho? Al tener más, se empieza a poder tener más. <*> [119.9] <*> ~~ <*> Añadiré algo que a lo mejor te parecerá sorprendente: a menudo los males presentan la apariencia de la honestidad y lo mejor brilla por medio de su contrario. Porque, como sabes, los defectos son vecinos de las virtudes, y hay una semejanza entre lo correcto y las cosas más corrompidas y vergonzantes: así, el derrochador pasa por generoso, siendo tan distinto el saber dar del no saber conservar. Digo, Lucilio, que hay muchos que no dan, sino que desperdician: yo no llamo generoso al que se ensaña con su dinero. La negligencia remeda la largueza y la temeridad a la valentía. <*> [120.8] <*> ~~ <*> Nosotros, provistos de un cuerpo tan flojo, hacemos sin embargo proyectos para la eternidad y, hasta donde puede extenderse la vida humana, todo lo ocupamos con la esperanza, sin darnos por satisfechos con riqueza alguna ni poder alguno. ¿Qué puede hacerse que sea más vergonzoso, más estúpido que esto? Nada resulta suficiente para los mortales, o mejor dicho para los moribundos: porque cada día estamos más cerca del último, y cada hora nos empuja a todos hacia el lugar donde tendremos que caer. <*> Mira en qué ceguera se encuentra nuestra mente: digo que esto sucederá, cuando sobre todo está sucediendo ahora, e incluso ya ha sucedido en su mayor parte, porque el tiempo que hemos vivido está en el mismo lugar donde estaba antes de vivirlo nosotros. Nos equivocamos, en verdad, temiendo el día último, cuando todos los días contribuyen a la muerte por igual. El último paso no nos da el desfallecimiento en que caemos: sólo lo pondrá de manifiesto. El día postrero llega a la muerte, pero todos llevan hacia ella: lo que ella hace es recibirnos, no arrebatarnos. <*> Por eso el espíritu grande, consciente de su mejor naturaleza, se esfuerza por comportarse con honestidad y diligencia en la morada en que ha sido puesto, y nada de cuanto tiene cerca no lo considera suyo, sino que, extranjero de paso y con prisa, se sirve de ello como de una ventaja. <*> [120.17-8] <*> ~~ <*> No hay nadie que no cambie cada día de opinión y de deseo: ahora quiere tener una mujer y ahora una amiga; ahora quiere ser rey y ahora trata de que ningún sirviente sea demasiado atento; ahora se hincha hasta dar envidia y ahora se rebaja y se encoge por debajo del abatimiento de los realmente abatidos; primero reparte el dinero y luego lo arrebata. <*> Así es como más se hace patente la insensatez del espíritu: se muestra así y asá, y es desigual a sí mismo, lo cual es a mi parecer lo más vergonzante de todo. Considera que es algo importante comportarse como un solo y mismo hombre. En verdad, quitando al sabio, nadie se comporta como uno solo y el mismo: los demás tenemos muchas caras. Ahora te pareceremos sobrios y rigurosos, luego manirrotos y superficiales: a menudo cambiamos de personaje y asumimos el papel contrario al que hemos dejado. <*> [120.21-2] <*> ~~ <*> No comprendemos que muchas cosas son superfluas hasta que empiezan a faltarnos; no nos servíamos de ellas porque debíamos, sino porque las teníamos. ¡Qué cantidad de cosas nos procuramos porque otros se las habían procurado antes, porque estaban en la mayoría de casas! <*> Una de las causas de nuestros males es que vivimos siguiendo ejemplos, y no nos comportamos conforme a la razón sino que nos dejamos llevar por la costumbre. Algo que no quisiéramos imitar si lo hicieran pocos, cuando empiezan a hacerlo muchos, lo adoptamos, como si fuera más honesto por el hecho de ser más frecuente. En nosotros, lo erróneo ocupa incluso el lugar de lo correcto cuando se ha convertido en algo general. <*> [123.6] <*> ~~ <*> Y yo te pregunto: ¿por qué alimentas y ejercitas las fuerzas de tu cuerpo? Mayores las ha concedido la naturaleza a las reses y a las fieras. ¿Por qué te obsesionas por tu aspecto? Cuando hayas terminado de acicalarte, serás vencido en belleza por mudos animales. ¿A qué tan to preocuparte de tu cabellera? Cuando la hayas soltado al modo de los partos, o la hayas recogido al modo de los germanos, o la hayas esparcido como acostumbran a hacer los escitas, en cualquier caballo se agitará una crin más espesa, y otra más hermosa se erizará en la cerviz de los leones. Cuando te hayas entrenado para la carrera de velocidad, no estarás a la altura de una pequeña liebre. <*> ¿Querrás dejar de lado todo aquello en que forzosamente saldrás derrotado (puesto que es un empeño por cosas ajenas) para dedicarte a tu propio bien? ¿En qué consiste? Por supuesto, en un espíritu corregido y puro, émulo de dios, que se levanta sobre las cosas humanas y no pone nada de lo que es suyo fuera de sí mismo. <*> Eres un aninmal racional. Por lo tanto, ¿qué es en ti el bien? La razón perfecta. ¿Ya tratas de elevarla a su fin, de que alcance hasta donde es capaz de crecer? Considérate feliz cuando todo placer te venga de ella, cuando, observando lo que los hombres arrebatan, desean y guardan celosamente, no encuentres nada, no digo ya que prefieras, sino que quieras. <*> Te daré una fórmula breve por la que puedas medirte, por la que puedas hacerte cargo de que ya has alcanzado tu perfección: tendrás lo que te pertenece cuando comprendas que los más desdichados son dichosos. <*> [124.23-4] <*> ~~ <*>